martes, 23 de diciembre de 2008

Gracias


Llovía y apenas se distinguía la carretera por la que circulaba aquella noche. Conducía sin rumbo fijo. Las lágrimas caían por su rostro angelical y un único pensamiento invadía su mente. Pequeñas gotas de sudor se deslizaban por su frente. Sentía un gran mal en su interior, estaba ya cansada de su vida y dispuesta a hacerlo a toda costa. Sin mirar atrás. Sin pensar en nada ni nadie.
A lo lejos se divisaba un enorme abismo por el cual terminaba la carretera. Pisó el pedal del acelerador con decisión poniendo rumbo a la causa que le había llevado hasta allí. Pero, de repente, algo le hizo frenar el vehículo de golpe. La silueta de una mujer se alzaba delante de ella. Se bajó del coche temblando y se acercó a aquella persona. Era una chica joven y frágil y su rostro se encontraba totalmente amoratado. Se acercó a ella interesándose por su estado. Y la chica, con las pocas fuerzas que le quedaban, le dijo: “Gracias.”
No entendía nada. ¿Qué le estaba agradeciendo aquella chica?
Entonces ella se explicó. Estaba decidida a hacerlo, estaba convencida de que esta era la única forma de acabar con mi dolor, pero gracias a ti, me di cuenta de que todo sucede con algún fin, por alguna razón.
“El destino me puso en tu camino para que nos diéramos cuenta de esto. Si no hubieras aparecido, ahora mismo no viviríamos ninguna de las dos. Esto era lo que necesitaba para darme cuenta de que aún no es mi momento. Me has concedido una segunda oportunidad, siento que he vuelto a nacer. Gracias.”

jueves, 11 de diciembre de 2008

Ya nos podemos ir

Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Sentía mucho frío y mis manos estaban entumecidas aún. No recordaba lo sucedido, no reconocía el vestido blanco de seda que llevaba puesto. Iba sin calzado alguno pero los dedos de mis pies se encontraban tibios. Era una situación extraña.
A mi alrededor no había nada, sólo se divisaba un horizonte lejano de color anaranjado muy hermoso a mi parecer.
Comencé a caminar sin un rumbo marcado, no sabía a donde ir ni que hacer en aquel extraño lugar. Caminé durante un largo periodo de tiempo sin ver nada más que el horizonte en la lejanía. De repente, frente a mi, se alzó una sombra bastante amplia. Me acerqué poco a poco hasta conseguir ver de lo que se trataba. Era una puerta de hierro tortuosa y vieja perdida en la inmensidad de la nada. Otro escalofrío volvió a estremecer todo mi cuerpo .Me sentía cansada, llevaba mucho tiempo andando y tenía que descansar pero era más fuerte la necesidad de intentar saber lo que estaba sucediendo.
Levanté el brazo izquierdo con la intención de tocar la puerta pero antes de que pudiera hacerlo, desapareció sin dejar rastro alguno. Fruncí el ceño y empecé a pensar en lo que estaba pasando. Intenté recordar algo de mi vida, algo que me dijera lo que ocurría, lo que fuera necesario para entender aquella situación. Pero no hubo manera, mi mente se encontraba totalmente cerrada y no conseguía que mis recuerdos se hicieran paso a través de ella. Entonces, recordé algo. Recordé un sonido, un estruendo grave y ahogador. Una sensación rara me invadió por completo, miles de lágrimas comenzaron a brotar por mis ojos sin saber porque.

-No llores. Eres lo mas bonito que tengo a mi lado y no soporto verte llorar. No merece la pena. Además, ¿Por qué lo haces? Cuéntamelo princesa.

Una silueta apareció a mi lado y me cogió de la mano mientras me secaba las lágrimas de la cara.

-Por fin estas a mi lado, cariño. Te echaba de menos. Estaba asustada y no entendía nada hasta que tú has aparecido. Ahora ya se lo que esta pasando, sólo te necesitaba a ti para sentirme segura .El cielo es precioso si tú estas a mi lado amor mío.

-Princesa, sólo te dejé cinco minutos sola, los médicos no me dejaban seguir mi camino contigo .Pero al final pude escapar de las garras de la vida por ti. Ahora podremos cruzar la puerta. Ya estamos preparados para estar siempre juntos, mi vida.

jueves, 4 de diciembre de 2008

Falsa sonrisa


Hace tiempo nació alguien que tal vez eso quería, sólo nacer y experimentar todo,
ver la luz y sentir diferentes emociones. Nunca se quejó de nada serio, nunca habló de más,
era raro que se manifestara contra alguien, simplemente dejaba que las cosas pasaran. Fue feliz y lo disfrutó, aún cuando nadie sabía el motivo de su felicidad, se le podía ver sonriéndole a todo el mundo. Era feliz simplemente por estar aquí, pero poco a poco fue perdiendo esas emociones que lo mantenían vivo, seguía viendo las mismas cosas que lo hacían reír, pero ya no igual. La gente seguía sin comprenderlo y él comenzó a notarlo, pudo ver como se alejaban las personas de él, veía venir las cosas y podía evitarlo, pero daba igual y siguió manteniendo su silencio. Poco a poco fue viendo que a nadie le importaba lo que hacía o dejaba de hacer,
sufriendo siempre por dentro y mostrándoles a todos la misma sonrisa que ya no reflejaba una verdadera felicidad, sino un vacío que lo destruía. Nadie nunca notó lo que él sentía, nadie preguntó, sólo lo dejaban ser el mismo. Cada día salía a seguir sonriéndole a todos los que lo saludaran y después volvía a su "cueva" a llorar durante horas, preguntándose dónde quedó todo aquello que una vez tuvo, preguntándose por que no podía ser como los demás y tener a alguien con quién hablar, alguien a quién decirle lo que siente, alguien con quien llorar, alguien que lo alegrara con unas simples palabras, siempre con la misma pregunta y sin ninguna respuesta. Cada vez que creía tener a alguien algo se lo arrebataba, cada vez que quería hablar no había tiempo, y poco a poco olvidó como hacerlo. ¿Cómo hablar si nadie escucha? Unas palabras que repetía mientras caminaba a su refugio, donde rodeado de cuatro paredes y en la oscuridad hablaba consigo mismo, trataba de consolarse dándose palabras de motivación que ni siquiera el creía. Lloraba mientras reía, lloraba hasta que sentía ya no poder hacerlo más
y explotar en carcajadas que volvían a convertirse en lágrimas al voltear y no ver nada.
Así fue como comenzó a olvidarse de todos, a alejarse de ellos, no quería estar en donde a nadie le importaba cuando se fuera. Ahora, todavía sigue sin confiar en nadie, no cree en las personas, sabe que van a apartarse de él algún día. Pero siempre hay una luz entre la oscuridad, una luz que muestra otra oportunidad, una reivindicación, tomar el camino de nuevo es la decisión que él ha tomado, pero aún teme por eso, aún cuando ve las puertas abiertas siente miedo al entrar, lo recorre y cuida sus pasos para no desviarse, quiere seguir hasta el final, pero aún siente miedo de sí mismo, de alejarse, de que lo abandonen y lo dejen morir solo, sin decirle nada más, sólo hacer que regrese y cerrar las puertas sin importar nada.
Pero aun así, sigue sonriendo...

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Eclipse de Luna



Erase una vez un hada llamada Ivell. Vivía en un bosque de una lejana tierra, muy cerca de un precioso lago, junto con otras muchas hadas. Pero Ivell tenía un problema… no conseguía desplegar sus alas y, por tanto, no podía volar. Aquello provocaba que fuera victima constante de burlas por parte de algunas hadas, aunque también despertaba en otras hadas un sentimiento de lástima. Ella veía a las demás hadas extender sus alas y echar a volar, pero ella no podía levantar el vuelo. Ivell se sentía muy triste. Ocurrió, una noche de luna llena, que un joven humano se internó en el bosque y llegó hasta la zona del lago. Ahí, en la orilla, se sentó y se quedó contemplando la luna que esplendorosa se erguía en el cielo. Las hadas comenzaron a revolotear juguetonas a su alrededor, pero el joven apenas les hizo caso, y continuó con la vista fija en la luna.- ¿Qué pasa? ¿Es que acaso no somos lo suficientemente bonitas para ti? – preguntó enfadada una de ellas.-No más que ese lucero que ilumina la noche – respondió el joven señalando a la luna. Ivell no pudo contenerse y echó a reír al escuchar la contestación del muchacho. Las demás hadas la miraron enfurecidas, y el joven la miró con ternura.-La sonrisa de esta hada si lo es – dijo el muchacho para sorpresa de todas. Ivell se ruborizó.- ¡Pero si ella no sabe volar! Ni siquiera ha desplegado las alas. Sin duda alguna es el hada más fea de la región – y rieron todas burlándose de la pobre Ivell. El hada entristeció. El joven se acercó al hada. “Vuela para mi”, le susurró al oído. Ivell sonrío. El silenció se hizo de repente, y el hada se convirtió en el centro de atención .El hada y el joven se intercambiaron miradas y sonrisas de complicidad, y, entonces, para sorpresa de todos, desplegó Ivell las alas más bonitas que jamás el mundo pudo contemplar, y, ante la atenta mirada de todos, alzó el vuelo hasta el cielo. Ni la belleza de la luna podía ahora compararse con la hermosura y el resplandor que irradiaba Ivell suspendida en el cielo. Se había convertido en el astro más brillante durante aquella noche, y podía ser observada desde el uno al otro confín. La luna casi lloraba de envidia al contemplar la infinita hermosura del hada que, al menos aquella noche, le había robado el protagonismo. Por eso, desde aquella noche, Ivell fue apodada “Eclipse de Luna”.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Toma mi mano


Te dije una vez, "estoy segura de que si me pasase algo todo seguiría igual"...
Ahora me doy cuenta de que no debería haber dicho eso y me arrepiento.
Desde que te conozco has sido mucho más que una amiga para mí, has sido mi hermana, la mejor hermana que nadie jamás podrá tener. Siempre has estado ahí, apoyándome, animándome… y por eso te adoro.
A veces me costaba expresar mis sentimientos pero contigo nunca me ha costado el mínimo trabajo. Cuando te digo que te quiero, que te adoro, lo digo desde lo más profundo de mi corazón, como si fuesen las últimas palabras que pudiera decir en mi vida.
Quiero que sepas que nadie esta a salvo de que le pase nada, y si a mi me pasara lo último que querría es que estuvieses mal. Me gustaría que siguieses adelante, sin mirar atrás. No te pido que lo olvides, porque se que una cosa así no se olvida jamás, solo aprende a vivir con ella, aprende a vivir sin mi.
Y por eso te digo: “Estoy dispuesta a caminar por el sendero contigo, hermana”.